Cuando los periodistas hablan tienen especial cuidado para marcar con claridad la sutil diferencia semántica entre la conferencia de prensa y la rueda de prensa. En la primera, el protagonista principal se expresa ante los representantes de los medios. En la segunda, se abre una instancia de respuestas y reflexiones a partir de preguntas de los periodistas.
El Presidente de la Nación se sometió a esta última instancia, pero sus “coachs” lo prepararon para la primera opción. La mirada que no veía develaba la necesidad de pasar determinados mensajes que, “si o si” debían dejarse plasmados en las diferentes intervenciones de Mauricio Macri.
Es muy posible que al concluir la exposición (contemplando tanto sus acepciones de mostrarse como de explicar) hayan celebrado. Se deben haber cumplido los objetivos. Los “entrenadores” del presidente lo deben haber evaluado como un triunfo. Tanto, que salieron a jugar de nuevo (esta vez en Instagram, la juvenil red social) al día siguiente.
El titular del Poder Ejecutivo transmitió la comodidad que le significa Argentina navegando en el mundo y la incomodidad de andar (y no chocar) por el pesado e intrincado tránsito local. A Macri lo desvelan dos mujeres: Christine y Cristina. Ambas lo aturden.
Para tranquilizarse debe concertar con su propio entorno: tolerar a Elisa Carrió y planificar con el peronista Emilio Monzó, de un lado y con el radical Ernesto Sanz, del otro. Y, cuando esto ocurre, aparecen los celos Pro, tan indómitos éstos como aquellos.
Pero también están a los que el paraguas de Cambiemos no protege y en tiempos de crisis la confrontación con todos no ha sido buena consejera. Hasta aquí, el Presidente ha tenido más choques que abrazos en el frente nacional. Los Pro fundadores aplauden estas actitudes presidenciales, pero los que apostaron a la gesta sin enamorarse despotrican contra esta forma de conducir, más parecida a Cristina que a Christine.
Macri no transmite mensajes claros. Su liderazgo confunde a los políticos históricos que no distinguen si es ingenuo o un líder moderno. Menos aún pueden discernir si sus elucubraciones sobre el futuro (inflación, inversiones y crecimiento, mediante) son ilusiones o certezas. Mientras tanto, en estas nebulosas Cristina parece decir “el silencio es salud” y se aferra a su 30% de popularidad y de votos.
Un camino conocido
La confusión que genera el mensaje presidencial a pesar de los esfuerzos de sus comunicadores se transmite a la construcción de Cambiemos en la provincia. El peronismo disidente ya se dio cuenta. Cuando Macri vino a la provincia transitó el camino que le dibujó el diputado Facundo Garretón. Ninguneó a Germán Alfaro y el intendente sintió el golpe. Desde entonces, el lordmayor no tuvo ni una palabra de crítica ni de agresión contra Juan Manzur o contra su coequiper Osvaldo Jaldo. Especulador si los hay, Alfaro sabe que hay un sendero que, por las dudas, debería empezar a desmalezar. El peronismo disidente ha sido importante en la construcción de Cambiemos, pero ni el Pro ni el Radicalismo lo va a reconocer.
El Chapulín en el desierto
Los tiempos han cambiado. A Macri no le va a alcanzar con seguir recordando a Cristina, menos cuando Christine lo abraza. Tampoco le servirá a Silvia Elías de Pérez o a José Cano equiparar a Juan Manzur como si fuera lo mismo que José Alperovich.
Con una paciencia budista, el gobernador ha sabido primero, sacarse la mochila de haber sido ministro de Salud de la gestión kirchnerista y luego, separarse de su creador, Alperovich. Su estrategia ha sido no confrontar y aguantar los embates como si no existieran.
Elías de Pérez y Cano se sonríen pero ambos saben que se enfrentarán muy pronto para definir quién será candidato. No es clara la posición de Alfonso Prat Gay, desparecido en acción, que hasta ahora apuesta al descrédito de sus propios colegas de Cambiemos más que en las virtudes propias. Si Cano, Elías de Pérez, Alfaro y otros no tienen fuerzas para llegar, él se mostrará como el Chapulín Colorado. Así como Macri no termina de ver que su tranquilidad puede estar en la concertación y en el acuerdo con sectores antipáticos, Cambiemos en Tucumán atraviesa el mismo desierto.
La gran duda
El peronismo provincial piensa en 2019 con el diccionario en la mano. Los seguidores de Osvaldo Jaldo revisan el verdadero significado de la palabra lealtad. Temen que la pintura y los elogios diarios no alcancen para definirla. A los jaldistas les aterra que no se interrumpan las comunicaciones entre el ministro del Interior Miguel Acevedo y el senador Alperovich. Este mientras tanto siembra dudas cuando especula que entre tantos candidatos a presidente por el peronismo alguno termine ofreciéndole un lugar a Manzur y por lo tanto se le despeje el camino de su regreso a la Casa de Gobierno. Llamativas fueron las palabras de su hija Sarita, cuando dijo que si su padre quiere, será gobernador. Un tanto exagerada y hasta poco democrática su sentencia.
Jaldo, mientras tanto, seguirá padeciendo.
Re- cortados
En el Día del Amigo el gobernador no les regaló abrazos sino preocupaciones a los intendentes a los que reunió en el comedor de la Casa de Gobierno. Les advirtió que se vienen los recortes de acuerdo a los anuncios nacionales después del préstamo del FMI.
Comenzó el almuerzo con preguntas retóricas: “¿Quieren que hagamos recortes en obras? No nos mandaron ninguna. Todo lo que hacemos es con recursos propios. ¿Recorte en hospitales o en remedios? ¿Recortes en la leche para los hospitales? Seguimos operando y la leche y los remedios los estamos pagando nosotros. ¿Recorte en los niños que deben ir al Garrahan? Nos estamos ocupando de todo, porque no están cubriendo nada”.
Y endureció su postura contra los gobiernos de Ciudad Autónoma de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires. El transporte, el agua, la luz de la Capital Federal y otros servicios los estamos pagando todas las provincias. Los servicios de la capital federal que los pague la gente de la Capital Federal o de Buenos Aires. Hoy la Argentina federal paga para que el boleto de colectivo y de tren sea más barato en ese lugar y acá pagamos el doble”. Luego, pidió prudencia: “Tenemos que estar todos atentos. Nosotros ya hicimos todos los ajustes. Así que por favor cuidemos el peso. Hoy lo único que podemos hacer es promover exportaciones o apoyar los micro emprendimientos para que la gente tenga trabajo”. Los intendentes se van a acordar de esta celebración del Día del Amigo.
A pocas cuadras de allí, dos radicales discutían sobre la incapacidad de Cambiemos para instalar el discurso. Hasta Durán Barba ligó ante la imposibilidad de instalar obras en marcha que se desconocen. Hablaron del asfalto en la ruta 38 y de jardines de infantes que están listos, pero también terminaron discutiendo sobre la incapacidad para que Cambiemos sea una unidad en la provincia. Ese es el riesgo, abrir una rueda de prensa para comentar lo que hicieron cuando aún no pueden ser.
La Argentina se enseñorea con instituciones que estaban en desuso como la posibilidad de entrevistar a un Presidente, sin embargo, no alcanza para que ese ejercicio sirva a los ciudadanos. Algo parecido le ocurre a Macri con la decisión de poner en debate un tema como la despenalización del aborto. El ejercicio de una libertad ha terminado siendo un bumerán muy peligroso para su gestión. Ingenuidad o impericia.
Hace unos días, el 9 de Julio volvió a generar el debate sobre la relación entre provincias y la prepotencia de la metrópoli. Se trata de una disyuntiva que lleva poco más de dos siglos. Ahora en tiempos de crisis vuelve a aflorar la discusión Nación-interior, como si el tiempo no hubiera pasado.